miércoles, 6 de noviembre de 2013

Otra noche sin comer I

Un día todo lo que tenías en tus manos va a ir desapareciendo y, sin darte cuenta, vas a ser quien lo haya soplado desde tus palmas hacia tus dedos.
Es una triste realidad a la que se enfrenta el ser humano: la pérdida. Perder implica dos duelos. El primero, es por el cual llegaste a la pérdida y el segundo, el duelo interno luego de la pérdida.
Cuando un amigo se va, vuela entre el polvo y las cenizas, ya no puede recuperarse, nunca de la misma manera. Cuando un amor se va, pasa lo mismo. El duelo luego de la pérdida de una relación debe considerarse uno de los más desgarradores (o yo lo veo así). Saber que ya no van a estar ahí, saber que de ahora en más vas a tener que andar sólo da miedo, mucho miedo. Por eso es que la gente se aferra o cosas que ya están perdidas muchas veces y no se dan cuenta de lo gastadas que estas están. Simplemente, a veces, es mejor dejar que las cosas se evaporen en el aire, tal vez algún día se condensen en tus lágrimas.

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